y que tú y yo iríamos, despojados
de todo bien, de todo mal,
de todo,
a arrojarnos en el mismo silencio, a inclinarnos sobre la misma fuente para vernos y vernos mutuamente espiados en el fondo, temblando desde el agua, descubriendo, pretendiendo alcanzar
quién eras tu detrás de esa cortina,
quién era yo detrás de mi. Y todavía no hemos visto nada. Espero que alguien venga, inexorable, siempre temo y espero, y acabe por nombrarnos en un signo,
por situarnos en alguna estación,
por dejarnos allí, como dos gritos
de asombro.
Pero nunca será. [Tú no eres ésa, yo no soy ése, ésos, los que fuimos antes de ser nosotros]
Eras sí pero ahora suenas un poco a mí.
Era sí pero ahora tengo un poco de ti.
No demasiado, solamente un toque, acaso un leve rasgo familiar, pero que fuerce a todos a abarcarnos a ti y a mí cuando nos piensen solos.